Este texto ha sido robado de el número de febrero y marzo de este mismo año de la revistilla que se curran los compañerxs de punto de fuga
Muchos hablan de dos clases de personas: los que son como yo (léase, el interlocutor), con los valores de turno que se intenten promover, y elresto, que por supuesto son mucho peores que yo, por no tener los valores que quiero vender. Este juego retórico es repetido a lo largo de la
historia por infinidad de colectivos, bien para sentir que están haciendo lo correcto, bien para reclutar nuevos adeptos a su gremio particular. Para mi no hay dos tipos de personas, sencillamente porque “no existen otros seres humanos con una estructura distinta”.
Aunque pueda parecerlo, aviso de antemano de que éste no es uno de esos artículos sobre quien es el mejor, más bien es como el juego del “quien es quien”, se trata de quitarnos la careta y hacer un poco de autocrítica e incluso de ruptura, para los más aventureros.
La razón o el pensamiento son cualidades o herramientas que tienen las personas para sobrevivir, al igual que lo son sus brazos o piernas, lo cual no implica que no existan principios o ideas contrarias y otras que se complementan. Siempre habrá individuos y grupos afines, y otros enfrentados entre sí: siempre existirá el conflicto.
Así pues, no hay dos tipos de personas pero sí que hay principios opuestos, lo que pasa es que
la mayoría de las personas convivimos con la contradicción dentro de nosotros, lidiando con
principios contrapuestos: todas somos un poco anarquistas y un poco autoritarias, tenemos estrógeno y testosterona en distintas proporciones y somos en parte pacíficos y en ocasiones violentos,aunque neguemos alguno de los 2 impulsos.
Concretamente, me gustaría hablar de dos principios a mi juicio bastante básicos con
los que lidiamos constantemente, y que no necesitan de muchas presentaciones. Hablo de
la esencia y de la apariencia, o si se quiere, de la afilada realidad y del amable espectáculo.
Y se preguntará el ávido lector… Qué ostias tiene esto que ver con los movimientos sociales?
Pues que los movimientos sociales son parte del mundo de las apariencias. El activismo
es la versión espectacular y vacía de contenido
esencial de las luchas sociales.
Hay para todos los gustos: anarquismo, comunismo, fascismo, ecologismo… Cada uno intenta hacer propias ciertas luchas sociales ajenas. Los comunistas, las luchas obreras; los fascistas son peones en los conflictos raciales creados por el sistema;
los ecologistas hacen lo propio con los atentados al medio ambiente aunque sean urbanitas
profundos; los activistas anarquistas suelen coger un poco de todo y nada a la vez.
Una lucha social en cambio implica un conflicto.
Existe en tanto que existe el conflicto y es simplemente una actitud colectiva ante él. El conflicto existe, puedes negarlo pero está ahí, así que decides luchar. La lucha vive al margen de
las ideologías.
Por eso la lucha tiene una esencia, mientras que el activismo se pierde en las apariencias. Un movimiento es algo que tiende a auto-perpetuarse, busca crecer, está cargado de intencionalidad y normalmente tiene finalidades políticas, estéticas o terapéuticas.
Las luchas sociales en cambio son espontáneas, aparecen y desaparecen con el fluir de los
acontecimientos; están vacías de política aunque muchos activistas políticos puedan querer aprovecharlas para su beneficio; son impredecibles, caóticas, aunque los individuos que
las formas intenten avivarlas o apagarlas.
Pero lo más importante es que en el movimiento, los individuos que lo forman ceden parte de su
identidad a éste, el cual busca ofrecer una imagen de sí mismo para crecer, mientras que la
persona que participa en una lucha específica conserva su identidad virgen y tan solo pretende
derrotar a su enemigo y ganar la apuesta.
Es por ello que en una lucha social se puede encontrar gente de todo tipo, y en cualquier
movimiento social normalmente hay un 80% de politicuchos de diversa índole y disfraz, y un
20% de ingenuos, que por supuesto son carne de cañón para el ave rapaz dominante. Los
políticos suelen competir entre si cual gallos de pelea por una parte del pastel, lo cual es bastante
triste porque ese cacho es como mucho un puesto de liberado en algún sindicato, ong ,
asociación o partido minoritario, y en la mayoría de los casos, tan solo un poco de reconocimiento
por parte de un círculo bastante reducido de simpatizantes acérrimos. Así de
mediocres son que sólo aspiran a eso. Es como el que se desvive durante varios años comiendo
poyas para llegar a encargado de un pizzamóvil.
Patético.
Así pues los movimientos sociales son una representación teatral (no muy elaborada) de las
luchas sociales que dicen representar y que sólo existe en el plano espectacular y mediático. Por
eso sus ambiciones son cuantitativas y no cualitativas, por eso importa la imagen, el número,
la foto y la apariencia. Por eso se crean organizacionesficticias para cubrir el hueco de luchas
inexistentes. Por eso se junta la gente para discutirdurante horas sobre qué hacer en asambleas
absurdas y pedantes. Por eso se usan siempre los mismos métodos, de forma
mecánica y monótona, una y otra vez, sin plantearse si son efectivos, si son adecuados ,
si con ellos logramos nuestros objetivos.
No existen estas preguntas porque no se persigue fin ni objetivos, el movimiento es un fin en sí mismo en lugar de ser un medio.
La teoría es perfecta, lógica. Las personas tienen objetivos, proyectos, y como no pueden
abordarlos solos se juntan con otras personas con objetivos similares y se organizan unos
cuantos para lograr un objetivo común. Eso es un proceso natural y una de las bases de la socialización.
Para lograr dichos objetivos se necesitan unos medios, recorrer un camino que
conduce al fin anhelado. El movimiento sería una herramienta para alcanzar estos objetivos,
cualquiera que sean, pero con el paso del tiempo los objetivos se esfuman, se olvidan, se
hacen confusos y solo se sustentan sobre teorías abstractas e irreales.
Entonces el medio toma el trono del fin, y el propio movimiento o el proyecto, que debería ser una herramienta, se convierte en el objetivo fundamental, perdiendo su sentido y buscando desesperadamente perpetuarse a sí mismo. Esto es lo que le pasa actualmenteal anarquismo. Ha perdido su esencia y su dirección y se dedica a repetir los mismos roles sin aspirar a nada más que a la supervivencia, a la auto-perpetuación, sin plantearse si esos métodos reiterados hasta la saciedad son efectivos, si sirven para conseguir algo, sencillamente porque no hay nada que conseguir, solo hay que mantenerse igual. Así es como nos convertimos en masa, en producto, aunque sea un producto minoritario. Vivimos en la era de los productos minoritarios, solo hay que darse un paseo por la red para encontrar a la asociación nacional de amigos de la cucaracha colorada o de los sellos prerrepublicanos, o ver la cantidad de subculturas y “estilos de vida” diferentes que existen en el mundo. Igual no somos tan productivos como el friki de ikea, pero estamos cayendo en la misma trampa. A mi personalmente no me preocupa si soy mejor que otros, no me preocupan demasiado las comparativas sino que me preocupa mi propia vida y la de mi gente. Tomemos las riendas de nuestra vida.
Isaac asimov hablaba de la psicohistoria como una especie de ciencia de manipulación de
masas, y la comparaba con la teoría dinámicade gases.
Los gases son como las masas: están formados por una suerte de moléculas que se
mueven de forma más o menos autónoma e impredecible, no tienen una estructura clara, no se
puede controlar lo que hace cada molécula, pero si ese gas se aisla y se le aplican unas
condiciones concretas de presión o temperatura se puede predecir el comportamiento del gas
en su conjunto. Aquí está una de nuestras trampas, nuestro dolor, y nuestro sentimiento de
culpa por lo que hace un sistema del cual formamos parte.
Seguirá ocurriendo lo mismo mientras formemos parte de él, y no podremos
salirnos del mismo mientras no entendamos hasta qué punto formamos parte de él, mientras
no sepamos hasta donde alcanzan sus dominios.
Nuestros sueños sirven para controlarnos.
Muchos hablan de dos clases de personas: los que son como yo (léase, el interlocutor), con los valores de turno que se intenten promover, y elresto, que por supuesto son mucho peores que yo, por no tener los valores que quiero vender. Este juego retórico es repetido a lo largo de la
historia por infinidad de colectivos, bien para sentir que están haciendo lo correcto, bien para reclutar nuevos adeptos a su gremio particular. Para mi no hay dos tipos de personas, sencillamente porque “no existen otros seres humanos con una estructura distinta”.
Aunque pueda parecerlo, aviso de antemano de que éste no es uno de esos artículos sobre quien es el mejor, más bien es como el juego del “quien es quien”, se trata de quitarnos la careta y hacer un poco de autocrítica e incluso de ruptura, para los más aventureros.
La razón o el pensamiento son cualidades o herramientas que tienen las personas para sobrevivir, al igual que lo son sus brazos o piernas, lo cual no implica que no existan principios o ideas contrarias y otras que se complementan. Siempre habrá individuos y grupos afines, y otros enfrentados entre sí: siempre existirá el conflicto.
Así pues, no hay dos tipos de personas pero sí que hay principios opuestos, lo que pasa es que
la mayoría de las personas convivimos con la contradicción dentro de nosotros, lidiando con
principios contrapuestos: todas somos un poco anarquistas y un poco autoritarias, tenemos estrógeno y testosterona en distintas proporciones y somos en parte pacíficos y en ocasiones violentos,aunque neguemos alguno de los 2 impulsos.
Concretamente, me gustaría hablar de dos principios a mi juicio bastante básicos con
los que lidiamos constantemente, y que no necesitan de muchas presentaciones. Hablo de
la esencia y de la apariencia, o si se quiere, de la afilada realidad y del amable espectáculo.
Y se preguntará el ávido lector… Qué ostias tiene esto que ver con los movimientos sociales?
Pues que los movimientos sociales son parte del mundo de las apariencias. El activismo
es la versión espectacular y vacía de contenido
esencial de las luchas sociales.
Hay para todos los gustos: anarquismo, comunismo, fascismo, ecologismo… Cada uno intenta hacer propias ciertas luchas sociales ajenas. Los comunistas, las luchas obreras; los fascistas son peones en los conflictos raciales creados por el sistema;
los ecologistas hacen lo propio con los atentados al medio ambiente aunque sean urbanitas
profundos; los activistas anarquistas suelen coger un poco de todo y nada a la vez.
Una lucha social en cambio implica un conflicto.
Existe en tanto que existe el conflicto y es simplemente una actitud colectiva ante él. El conflicto existe, puedes negarlo pero está ahí, así que decides luchar. La lucha vive al margen de
las ideologías.
Por eso la lucha tiene una esencia, mientras que el activismo se pierde en las apariencias. Un movimiento es algo que tiende a auto-perpetuarse, busca crecer, está cargado de intencionalidad y normalmente tiene finalidades políticas, estéticas o terapéuticas.
Las luchas sociales en cambio son espontáneas, aparecen y desaparecen con el fluir de los
acontecimientos; están vacías de política aunque muchos activistas políticos puedan querer aprovecharlas para su beneficio; son impredecibles, caóticas, aunque los individuos que
las formas intenten avivarlas o apagarlas.
Pero lo más importante es que en el movimiento, los individuos que lo forman ceden parte de su
identidad a éste, el cual busca ofrecer una imagen de sí mismo para crecer, mientras que la
persona que participa en una lucha específica conserva su identidad virgen y tan solo pretende
derrotar a su enemigo y ganar la apuesta.
Es por ello que en una lucha social se puede encontrar gente de todo tipo, y en cualquier
movimiento social normalmente hay un 80% de politicuchos de diversa índole y disfraz, y un
20% de ingenuos, que por supuesto son carne de cañón para el ave rapaz dominante. Los
políticos suelen competir entre si cual gallos de pelea por una parte del pastel, lo cual es bastante
triste porque ese cacho es como mucho un puesto de liberado en algún sindicato, ong ,
asociación o partido minoritario, y en la mayoría de los casos, tan solo un poco de reconocimiento
por parte de un círculo bastante reducido de simpatizantes acérrimos. Así de
mediocres son que sólo aspiran a eso. Es como el que se desvive durante varios años comiendo
poyas para llegar a encargado de un pizzamóvil.
Patético.
Así pues los movimientos sociales son una representación teatral (no muy elaborada) de las
luchas sociales que dicen representar y que sólo existe en el plano espectacular y mediático. Por
eso sus ambiciones son cuantitativas y no cualitativas, por eso importa la imagen, el número,
la foto y la apariencia. Por eso se crean organizacionesficticias para cubrir el hueco de luchas
inexistentes. Por eso se junta la gente para discutirdurante horas sobre qué hacer en asambleas
absurdas y pedantes. Por eso se usan siempre los mismos métodos, de forma
mecánica y monótona, una y otra vez, sin plantearse si son efectivos, si son adecuados ,
si con ellos logramos nuestros objetivos.
No existen estas preguntas porque no se persigue fin ni objetivos, el movimiento es un fin en sí mismo en lugar de ser un medio.
La teoría es perfecta, lógica. Las personas tienen objetivos, proyectos, y como no pueden
abordarlos solos se juntan con otras personas con objetivos similares y se organizan unos
cuantos para lograr un objetivo común. Eso es un proceso natural y una de las bases de la socialización.
Para lograr dichos objetivos se necesitan unos medios, recorrer un camino que
conduce al fin anhelado. El movimiento sería una herramienta para alcanzar estos objetivos,
cualquiera que sean, pero con el paso del tiempo los objetivos se esfuman, se olvidan, se
hacen confusos y solo se sustentan sobre teorías abstractas e irreales.
Entonces el medio toma el trono del fin, y el propio movimiento o el proyecto, que debería ser una herramienta, se convierte en el objetivo fundamental, perdiendo su sentido y buscando desesperadamente perpetuarse a sí mismo. Esto es lo que le pasa actualmenteal anarquismo. Ha perdido su esencia y su dirección y se dedica a repetir los mismos roles sin aspirar a nada más que a la supervivencia, a la auto-perpetuación, sin plantearse si esos métodos reiterados hasta la saciedad son efectivos, si sirven para conseguir algo, sencillamente porque no hay nada que conseguir, solo hay que mantenerse igual. Así es como nos convertimos en masa, en producto, aunque sea un producto minoritario. Vivimos en la era de los productos minoritarios, solo hay que darse un paseo por la red para encontrar a la asociación nacional de amigos de la cucaracha colorada o de los sellos prerrepublicanos, o ver la cantidad de subculturas y “estilos de vida” diferentes que existen en el mundo. Igual no somos tan productivos como el friki de ikea, pero estamos cayendo en la misma trampa. A mi personalmente no me preocupa si soy mejor que otros, no me preocupan demasiado las comparativas sino que me preocupa mi propia vida y la de mi gente. Tomemos las riendas de nuestra vida.
Isaac asimov hablaba de la psicohistoria como una especie de ciencia de manipulación de
masas, y la comparaba con la teoría dinámicade gases.
Los gases son como las masas: están formados por una suerte de moléculas que se
mueven de forma más o menos autónoma e impredecible, no tienen una estructura clara, no se
puede controlar lo que hace cada molécula, pero si ese gas se aisla y se le aplican unas
condiciones concretas de presión o temperatura se puede predecir el comportamiento del gas
en su conjunto. Aquí está una de nuestras trampas, nuestro dolor, y nuestro sentimiento de
culpa por lo que hace un sistema del cual formamos parte.
Seguirá ocurriendo lo mismo mientras formemos parte de él, y no podremos
salirnos del mismo mientras no entendamos hasta qué punto formamos parte de él, mientras
no sepamos hasta donde alcanzan sus dominios.
Nuestros sueños sirven para controlarnos.
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